Cabaret

El silencio grita

Por Geraldine Moncada Peraza

@geralmoncada

Imágenes de Maki Ochoa

Las pausas han sido cuestión de análisis desde la retórica hasta la música. Un político puede hacerlas para acentuar el momento cumbre de su discurso. Un músico puede hacerla para denotar una caída intensa en la composición. Sin embargo en Cabaret, obra que se presentó en el Teatro UCAB, las pausas nos dicen que el lugar de brillos destellantes no resplandece tanto como parece.

En momentos claves, pues aparecen con un tempo y un ritmo perfectos, todos los participantes del cabaret quedan en absoluto silencio, en una pausa prolongada, que por su extensión se hace realmente incómoda. La incomodidad se hace casi incontrolable pues los protagonistas, comandado por El Maestro de Ceremonias, tienen el cuerpo desgarbado, caras lúgubres y miradas de obstinación.

Estas personas que viven sumergidas en su alegre vida cabaretera muestran en estos pequeños momentos la verdad abrumadora, están sobre el escenario con un vestuario y maquillaje que les sirven de máscaras para escapar, momentáneamente, de sus vidas. Vidas llena de sueños inconclusos, de deseos inalcanzables.

Por supuesto, no sólo lo hacen por escapar. Lo hacen porque verdaderamente disfrutan del performance, porque al igual que el político o el músico, disfrutan del espectáculo. 

Sally Bowles abandona lo que siempre quiso, un hombre que realmente la amara por seguir recibiendo aplausos. Es algo inevitable; cada quien es lo que es. Una persona tiene una serie de elementos que lo definen; decir que un individuo es solo una cosa sería minimizar y colocar en simplismos a la compleja condición humana, pero Sally Bowles entiende que ella, sobre todas las demás cosas, es la artista estelar del Cabaret.


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Los invitamos a ver las imágenes de la pieza presentada en la Universidad Católica Andrés Bello: http://caracasdosmascaras.blogspot.com/2011/11/cabaret.html