Los amores de Hannah
“Nunca le
regalaba la gota más amarga de la copa hasta el final.”
Mary McCarthy
Por Daniela Mejía
@DaniMejiaB
Imágenes cortesía AGO Teatro
La política fue su pasión, pero esta historia
se trata de amor. Pasión, la que sintió Arendt por Martin
Heidegger, compasión, admiración y ternura también. Amor por Heinrich Blücher,
quien fue su esposo y compañero. Sin embargo, ante todo, es la amistad el móvil
de esta historia.
Mary McCarthy, periodista estadounidense al
enterarse de la muerte de su querida amiga, Hannah Arendt decide emprender un
viaje por sus memorias y evocarlo para el público en un poema.
Vaya poema. Hablar de Arendt es antónimo de
lo prosaico por su altivez, tanto que hasta difícil es arrancarlo de las bocas
de los actores para quedárselo y apropiárselo. Pero lo importante en esta pieza
es ver, detrás de los hablares elevados, la simple conjugación de pasiones y
amor que rodearon la vida de esta pensadora política, quien nunca creyó sentir
mayor pasión que la del estudio político hasta su encuentro con Martin en 1950.
Amor
antipolítico
Es este un guión en el que cuatro
personajes conducen, a través de los contratiempos de la Guerra, una historia
de amor expresado en sus más mínimos componentes.
“Tú más que yo y yo más que tú”,
expresa Heinrick Blücher
El matrimonio de Blücher y Hannah marcha
excelente, ambos concuerdan en que la política queda fuera de los sentimientos
mutuos. En un primer lugar son compañeros, conversan, se quieren, intercambian
ideas. Hannah sufre de sólo pensar que el encuentro con Martin Heidegger,
después de tantos años, pueda haber ido más allá.
Su pensamiento la traiciona, entiende que
la pasión y el amor que le profesó algún día a su profesor universitario
sobrevivieron después de tantos años de ostracismo. Siendo Hannah Judía, tuvo
que partir de Alemania en 1933 y Heidegger, a pesar de las controversias que
oscurecen su caso, se vio envuelto en una estrecha relación con el nuevo
régimen alemán.
El drama que caracteriza esta separación
atrapa en un sentido de teatralidad a la reconciliación de Hannah con sus
sentimientos de amor por Heidegger. A pesar de ser ella la defensora de la
libertad y la igualdad y la aguda crítica ante los totalitarismo, perdona a
Heidegger, parte de la materia gris del nazismo, quien acude a su antigua
alumna y amante después de terminada la guerra.
La
Teatralidad de Hannah
La teatralidad viene a colación por la
propia McCarthy, quien la refiere en la manera de obrar de Hannah. Sin querer
remite a lo tragicómico de esta historia, otra cara de la vida de Arendt, sin
querer remite al arte en que se manifiesta.
McCarthy es quien nos pauta el conocimiento
por estas intimidades, durante la pieza también nos lleva a las memorias en las
que ambas compartían juntas. Recuerda con alegría y admiración a su gran amiga
y en escena con actitud de reproche le habla a la máquina de escribir al
referirse a ella y a su muerte, que en escenas anteriores, la misma Hannah
confiesa temer.
”Todos
estos años tuve miedo de que esta muerte ocurriría, ¡Pánico! No creo poder
caminar sin este peso en mi interior... Me siento flotar”, pronuncia
Hannah al perder a su esposo. Lo que marca el salto a la escena en que Mary
extraña entre líneas a su amiga.
En las
luces está la clave
La escenografía marca 5 espacios: el
escritorio de Hannah, el espacio vacío en el que Heidegger
reiterada veces aparece, el sillón, una silla, y el espacio donde Sofía Barreto
acompaña toda la historia con su viola da gamba.
Estos espacios, se abren, se cierran y
hasta se fusionan, a través del diseño de iluminación planteado para esta pieza.
Solo
sé de mí de AGO Teatro se presenta los miércoles y jueves a las
8:00pm, en el Teatro Escena 8.
No hay comentarios:
Publicar un comentario