El santuario
de piratería
Un mensaje de dependencia y debilidad humana es el que recrea
Navaja
en la carne en la sala Experimental del
Celarg
Patrizia Aymerich
@Patifini
Imágenes de Caracas Dos
Máscaras
Navaja en la carne, en una fuerte intención textual de
señalar la sincera, pero putrefacta, carencia de valores de sus personajes, se
traduce en un santuario de la piratería. No hallo mejor analogía de lo que
representa la pieza que ese pequeño espacio de escenario a la derecha del
público, sutilmente aislado del resto de los elementos: un altar hecho de
discos piratas y la imagen en serie de la Virgen.
Sin lugar a
dudas, el sitio donde viven los protagonistas de esta obra está bendito pero
obliga a mantenerse bajo una que otra reflexión inducida. Inducida en cuanto a
la dependencia de amigos, drogas, desesperación, como el resto de la vida y
que, de vez en cuando, se da un respiro en reflexiones que ellos mismos no
quieren profundizar, como ¿quién es el culpable de no tener dinero? O ¿quién es
el culpable de no poder vivir? Estas mismas preguntas son las que, de repente,
surgen esporádicamente en las mentes de cualquier persona cuando deja de estar
inducida por la gravedad de Caracas, y el peso de la ciudad que empuja
inminente hacia abajo.
La carne de Navaja en la carne es débil, tanto la
que, muy acertadamente, el dramaturgo nos quiere reflejar en las pieles de Vado
y Neusa, como en las voces de los actores que no terminan de explotar el texto.
Pero la carne también es sensible y en un basurero se puede encontrar cualquier
cosa para cortarse, para encarnarse, para quedarse, aunque se quiera salir. Y
es allí, precisamente, donde permanece la vigencia de este guión original de Plinio
Marcos, autor brasileño que buscaba hacer hincapié en la vida de los marginados
que habitan en las favelas de Brasil, donde la línea entre lo bueno y lo malo
es efímera, pero existe un sentido de permanencia tan arraigado que hace
difícil que alguien pueda o quiera salir hacia un sistema de sociedad
diferente.
Neusa, la prostituta, es además el personaje ancla. Ella es quien se encarna al "chulo" de Vado para no quedarse sola, porque la independencia es demasiado grande para compartirla, porque es mejor cuando se bota el sufrimiento en el otro y se olvida que es de uno. El personaje que parece el menos fuerte, es así porque se evade a sí mismo, evita la pregunta y no busca la respuesta, y menos la salida a todos los problemas que la sumergen en la miseria.
De hecho, lo
particular es que cada personaje se refleja en lo que dice él mismo y no en
como lo describen los otros.
El director
y actor de la pieza, Alberto Alcalá, afirma que la selección de esta obra se
debe a una necesidad personal de romper con la estigmatización de los textos
brasileros, sumado a la intención de dar a conocer una serie de artistas
nacionales que colaboraron con la puesta en escena, como el fotógrafo Nelson
Garrido y el escenógrafo Rafael Sequera.
Para Alcalá, Navaja en la carne es el “pedal para futuros proyectos en Brasil, Colombia y otros estados de Venezuela”. El montaje se espera redimensionar a un formato cine-teatro de 70 minutos de duración, en una versión HD que combinará con videoarte.
Navaja en la carne se presenta en la Sala Experimental del Celarg, los viernes y sábados a las 8:00pm, y domingos a las 6:00pm.
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