La pieza del Centro TET inicia el juego psicológico y maquiavélico de dos criadas, mientras se esconden del
ama.
@Patifini
Imágenes de Caracas Dos Máscaras
“La mugre no quiere a la mugre.”
Hay un ama y
una criada en una habitación, toda aguamarina, que no debe ser profanada. Y,
sin embargo, la criada se volvió a dejar los guantes sobre la radio, junto al
reloj, sobre la mesa de noche, también aguamarina. De entrada, Las criadas del Centro de Creación Artística
TET ubica al espectador en una cajita uniforme, en la que los personajes
parecen muñecas que pueden cambiar de roles cuando les plazca.
El texto
escrito por el francés Jean Genet, en 1947, desarrolla el estado psicológico de
dos criadas que juegan a ser el ama, cuando esta sale de la casa. Pero, en
medio de toda esa parafernalia que se han inventado para, a veces, ser la
señora, poniéndose sus vestidos y tratando de imitar su voz, se han desgastado
hasta llegar a no saber quiénes son ellas mismas. Así desaparece la línea entre
la criada y el ama, y se invierten los valores de la sociedad.
Es la criada,
en su fusión de cuerpo y mente con el ama, quien pide que le coloquen el
collar, pero no con esas manos. Que le limpien los zapatos, pero no con esa
saliva. De alguna manera, el esquema parece esgrimir una tesis (de las muchas)
que se extrae de la película The help
(USA; 2011): se avergüenzan de ellas, pero se les hace aferradamente imposible
vivir sin ellas.
Aunque en Las criadas de Genet, la sumisión del
pensamiento del ser humano no se ve en las ansias de liberación ante el sujeto
opresor, sino en la necesidad de ser el sujeto opresor. Una idea que bien podría
ser maquiavélica y que termina por engañar al espectador que, inquieto, penetra
en el mundo surrealista y horroroso de la imaginación humana. Además, la doble
intrusión mental hasta hace que el rozar la idea de homicidio, se convierta, en
su dualidad, la del suicidio.
La pieza,
muy bien dirigida por Guillermo Díaz Yuma y excelentemente actuada por Mónica Quintero, Jariana Armas y Lya
Bonilla, es bastante densa y en cierto punto tediosa, a la vez que maneja un
lenguaje escenográfico claro. Un montaje digno de admirar si lo que se busca es
un teatro duro y trascendente.
Las funciones se llevan a cabo en el marco del Festival de Teatro de Caracas, en la Sala 1 del Celarg, el martes 5 y miércoles 6 de marzo a las 7:00pm.
“Estoy harta de ser un objeto de asco.”
Sobre la pieza y el
dramaturgo
El montaje se basa en un hecho que en 1933 había
conmocionado a la población francesa: en la localidad de Les Mans, las
hermanas Papin asesinan brutalmente a su empleadora y a su hija, provocando la
división de la opinión pública. Un bando reclama venganza y otro toma a las
criadas como víctimas de la lucha de clases sociales.
Esto hace comprender la inversión de los valores en las
obras de Genet, en las que el autor perturba la figura del delincuente, del
criminal, y lo convierte en el héroe de la historia. Un héroe que solo puede
penetrar en su cometido, de una forma más bien psicológica, a través del mal.
Convierte lo más
sórdido en una especie de poesía.
Su literatura juega con la provocación moral y
mezcla lo ficticio y lo real.
Extractos de nota de prensa y http://bit.ly/8YK31a
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