Caracas Dos Máscaras: Eugène Ionesco: El desvariar con lógica

28 nov 2013

Eugène Ionesco: El desvariar con lógica



Por Diego Torres Pantin
Imágenes de Archivo

¿Cuántas veces has sentido la sensación de que el discurso que das a diario no es más que una incoherencia? ¿Te dado la impresión de que la monotonía te ha convertido en un robot? ¿Has llegado a pensar que la sociedad es una celda? Esas preguntas encuentran su escena en la obra dramática de Eugène Ionesco, dramaturgo y escritor francés de origen rumano que el pasado 26 de noviembre cumpliría 104 años de su nacimiento.

Empezó todo en 1950. El emigrante rumano estrenó en  el Théâtre des Noctambules La cantante calva, ópera prima del autor, y la pieza más representativa de una de las corrientes teatrales más influyentes en el siglo XX: el teatro del absurdo. El surrealismo surgido en la década de los años 20 había traído a las artes el desenfreno que hizo que algunos autores, rompieran con la racionalidad hasta entonces imperante. Uno de ellos, Jean Paul Sartre, hizo dudar sobre los pasos del ser humano por el mundo utilizando por primera vez el término absurdo en sus textos existencialistas.


El teatro de Ionesco se caracteriza por presentar diálogos carentes de lógica, pero tremendamente cotidianos. El autor no transporta a la fantasía, si no que al levantarse el telón el espectador enfrenta la otra cara de la vida real, la vida escondida, aquella en la cual estamos cuando somos incapaces de sentir que tiene un sentido la acción que realizamos.

Los habitantes de esas tablas no son personajes que se salgan de la media. Yo, tu, él, ella, todos habitan la obra del gran dramaturgo francés. Parodias a géneros literarios que en realidad parodian la propia vida colman los diálogos. Un reto como aprender una lección de matemáticas se convierte en el umbral hacía la muerte –La lección–, una boda que no debe realizarse deja clara la gran incomunicación entre los miembros de una típica familia –Jacobo o la sumisión–, el no llorar por el pasado ni alegrarse por el futuro como fuente de una angustia no expresada –El porvenir está en los huevos–.

¿Te parece que no tiene lógica? ¿Y qué lógica encuentras al no poder comunicarte en este mundo aparentemente racional?


Eugène Ionesco comprobó que no existen límites para las palabras tontas en nuestra contemporaneidad, y gracias a esas palabras es que se vislumbra su infinita inteligencia. 

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